Historia.
Para preparar las almas de los indígenas para la navidad, los frailes que llegaron a México realizaron un novenario al que llamaron “posadas”, para explicar el peregrinar de María y José. Fue el censo de población ordenado por Cesar Augusto lo que obligo a José y María a trasladarse de Nazaret a Belén en donde Jesús nacería. Esta representación se lleva a cabo durante nueve días, inicia el 16 de diciembre hasta el día 24, el día en que nace Jesús.
Fray diego de Soria, Prior del convento de San Agustín de Acolman – situado a 40 Km, al norte de la ciudad de México, en el camino a Teotihuacan, - solicito a la Santa Sede el permiso necesario para celebrar anualmente, del 16 al 24 de diciembre unas Misas de aguinaldo. Estas misas se cambiaron por la recitación del Santo Rosario y la procesión de indígenas llevando a los santos peregrinos María, José y el burrito-, pidiendo posada. Como el Papa Sixto V no encontró nada malo, concedió en una Bula -permiso- expedida en 1585 indulgencia plenaria y remisión de los pecados. Así nacieron las posadas.
Una pintura mural en el Palacio Municipal de Acolman recrea el hecho, y en las celdas, el claustro y pasillo del notable convento Agustino del lugar parece sentirse aún la presencia de aquellos monjes celebrando las primeras posadas con los indígenas acolhuas de la región.
Acolman, pequeño municipio del Estado de México de solo 87 kilómetros cuadrados, es famoso internacionalmente por su cercanía con la zona arqueológica de San Juan Teotihuacán y porque en su territorio se localiza el notable ex Convento Agustino, joya arquitectónica del siglo XVI. Acolman se encuentra a media hora de la Ciudad de México, por la autopista de Teotihuacán.
El convento de Acolman es casi una fortaleza tardaron en construirlo 21 años a partir de 1539, hoy es un museo que guarda objetos y una ambientación de aquella época. En su claustro conservan pinturas murales evangelizadoras al igual que en el templo de altísimo techo, con tres retablos dorados y una fachada que según dicen algunos es la mejor muestra del estilo plateresco en México.
La evolución profana.
La religiosidad novohispana del siglo XVI perdió mucho de su devoción en el siglo XVII, y más aun en el transcurso del siglo XVIII al grado que, para entonces, frecuentemente se registró la introducción de sonecillos profanos del país en la música de las misas de Aguinaldo y en las de las posadas, tales como: “El pan de manteca”, “garbanzos y perejiles” “Merolicos”, etc. Según lo testimonia la denuncia hecha ante la inquisición en 1788, por un capellán de Oaxaca quien informaba que tal desacato se venia cometiendo “de poco a esta parte”
La denuncia la reitero el presbítero José Maximino Paredes del Arzobispado de México, en 1796, habiendo publicado esa documentación Gabriel Saldívar, en su “Historia de la música en México”
Al consumarse la independencia política de México, se activó la vida social del país y, en consecuencia, se volvió costumbre que las posadas contasen, además del acto netamente religioso que se efectuaba en el templo, de otro semiprofano que se desarrollaba en el hogar, y que operaba como pretexto de una reunión social. Acto que, año con año, fue ganado mayor importancia.
La particularidad mexicana de estas fiestas halló su origen en la urgencia de los misioneros españoles del siglo XVI, de enseñar la doctrina cristiana a los indígenas del país, en una época en que aquellos desconocían las muchas lenguas y dialectos hablados por las diferentes comunidades diseminadas en la dilatada extensión territorial del naciente Virreinato de la Nueva España. No pudiendo comunicarse los evangelizadores con los naturales, acudieron al recurso de objetivar las ideas religiosas que deseaban transmitir para lo cual contaron con el recurso que les brindaba el tiempo de las fiestas de las posadas.
Jerónimo de Mendieta, refiere que San juan de Béjar, fue quien mas contribuyo a difundir esta costumbre en México., aunque también participaron las monjas concepcionistas, quienes enviaban en visita solemne, los santos peregrinos a los distintos conventos o a las casas de algunas familias cristianas donde se efectuaba la posada y esta costumbre se generalizo después.
(Ruíz, A. M. “Historia de las tradiciones y costumbres navideñas de México”. 2010)
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