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LA MUJER QUE FUE ENTERRADA VIDA (Leyenda de la CDMX)

Foto del escritor: Carmen benavidesCarmen benavides

Inés de Jauregui, una heredera rica, conoció a Pedro Solares en una de las muchas fiestas que la dama ofrecía a la alta sociedad. Se enamoró de aquel hombre galante y oportunista, quien era un jugador y mujeriego. Se casó con él sin saber mucho acerca de su vida. Solares en pocos años logró gastarse la enorme fortuna de Jauregui.

Doña Inés cansada del maltrato y las parrandas de su esposo, una noche en la que Solares quería quitarle su ultima joya, que había logrado rescatar para mantener a su hijo, se armó de valor y no se la entregó.

Solares furioso ante la fuerte oposición de doña Inés que no soltó ni a su hijo ni a la joya, la amarró y la arrastró a uno de los últimos cuartos de la casa, y empezó a cubrir a la madre y al hijo con piedras, una tras otra. Quería ver si una vez asustada, soltaba la joya. Pero no fue así y murieron asfixiados.

Sin remordimientos, Solares cubrió con yeso el siniestro acto para poder vender la casa. Algún tiempo después, el mismo encontró su muerte en una pelea en un prostíbulo.

Tiempo después en la mansión Jauregui, que estaba ubicada en el desaparecido callejón de Mecaperos, una lama de luto solía asustar a los que la moraban; en una ocasión a un grupo de religiosas que se habían estado quedando ahí durante la reforma religiosa se les mostró la gimiente aparición envuelta en una bata bajo la cual escondía un bebé y un medallón de rubíes.

Posteriormente vendieron la casa y la compró un contador, José Herrera; los gemidos de la noche, las apariciones y las luces misteriosas, convencieron a Herrera de que había un tesoro enterrado. Una noche, mientras estaba excavando con la ayuda de unas varas de San Ignacio que apuntan hacia donde esta el oro; claramente oyó una voz del mas allá que le advertía: “Aquí no hay ningún tesoro, y lo que esta escondido no debes encontrar, no excaves más”. Por supuesto que Herrera hizo caso a quien sea que le haya hablado con tanta certeza y dejó atrás el tesoro y la casa.

En 1881, el consejo municipal mando derrumbar las casas del mencionado callejón para ampliar la calle de 5 de mayo, cuando estaban demoliendo la casa abandonada de los Jauregui, al tumbar una pared, encontraron una momia de una mujer atrapada entre las paredes, entre sus brazos estaba cargando un bebé y en su pecho tenía un medallón de rubíes que estaba manchado de sangre. Una investigación descubrió el secreto de la mujer emparedada viva, se trataba de Inés Jauregui.

(Wahr, L. F “Enigmas de la Cuidad de México” 2004)



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