En la tarde y en las primeras horas de la noche del 23 de julio de 1928, una noticia conmovió a los habitantes de la tranquila ciudad de Pachuca, se trataba de la muerte violenta de dos personas al interior de la dulcería y expendio de nieve y aguas gaseosas, denominado Chapultepec, situado en la esquina sureste del jardín Independencia, al que comúnmente se conocía como “el kiosko del griego”, debido a que su encargado era el señor Elías Haschopulos, de nacionalidad griega.
De acuerdo con el acta levantada por las autoridades, los hechos se suscitaron aproximadamente a las 3:21 de la tarde, cuando el encargado del negocio y su empleada se encontraban completamente solos. Como se pudo deducir d ellos testimonios de dos personas que en ese momento transitaban por el lugar y quienes avisaron a la policía de haber escuchado primero una especie de discusión en el local y posteriormente los gritos desaforados de una mujer acallados por las detonaciones de un arma de fuego.
Poco antes de las cuatro de la tarde, ante una verdadera muchedumbre que se arremolinaba curiosa a las puertas de la nevería, los agentes de la autoridad logaron penetrar al lugar de la tragedia encontrando en su interior los cuerpos ya sin vida del señor Haschopulos y de su empleada, la señorita Regina Montaño. Los miembros de la corporación policiaca dieron aviso de inmediato al agente del ministerio público, quien se apersonó en el lugar a dar fe de los hechos e iniciar las averiguaciones correspondientes.
Minutos después de las 7 de la noche se ordenó el levantamiento d ellos cadáveres que, cubiertos con una sábana, desfilaron entre la asombrada muchedumbre, camino al vehículo que los conduciría al anfiteatro para la necropsia de ley.
De acuerdo con las primeras indagaciones, el señor Haschopulos después de disparar su arma – una Parabellum calibre 7 milímetros – sobre su empleada, la volvió a su cabeza, y accionó el gatillo; entre ambos disparos hubo apenas un lapso de seis segundos. El cuerpo de la señorita Montaño fue atravesado por el proyectil que penetro por la tetilla derecha y salió por el lado izquierdo de la espalda; en tanto que el proyectil que dio muerte al señor Haschopulos penetro por el parietal derecho y salió por el parietal izquierdo esparciendo parte de la masa encefálica que quedó en las ropas y en el suelo; el arma de que se sirvió fue recogida por la policía con siete cartuchos útiles, igualmente los dos cartuchos quemados y los dos proyectiles.
Se supone que la señorita Montaño fue herida a quemarropa y su cuerpo cayó detrás del mostrador de la dulcería; el cuerpo del suicida cayó entre el mostrador y la pared sur de la misma, la pistola fue encontrada entre las piernas de la última víctima.
El silencio de las autoridades ante aquellos acontecimientos motivó de inmediato todo tipo de comentarios y habladurías, la mayor parte urdidas en torno a la hipótesis de un crimen pasional, en el que los celos y engaños habían sido el origen de la tragedia.
La confusión pareció resolverse al encontrar en el lugar una carta del señor Elías Haschopulos, sólo que escrita en griego, motivo por el cual hubo que esperar dos días hasta que el señor Guillermo Vitali la tradujo al español.
La misiva contenía el siguiente mensaje:
Elías Haschopulos a Ángel Karamus
Ángel:
Pongo fin a mis días porque mis sufrimientos son muchos y tengo una terrible enfermedad estomacal; a la joven Regina me la llevo a otro mundo por haberla deshonrado desde hace seis meses, y le prometí casarme y como no pudiera cumplir con este ofrecimiento en la fecha que le había indicado, tomé está determinación, la que pensaba desde hace mucho tiempo, pero esperaba únicamente la salida de mi hermana. Estoy muy contento contigo…
Según la versión aparecida en el periódico El observador el 24 de julio de 1928, los servicios funerales se realizaron en la agencia de inhumaciones Arriaga de las calles de Hidalgo, siendo inhumados juntos los cadáveres del señor Elías Haschopulos y de la señorita Regina Montaño, mientras que l juez segundo de lo penal declaraba que, si bien el griego había cometido el delito de homicidio en contra de su dependienta, la muerte de éste dejaba sin materia al juicio, pues el transgresor de la ley se había privado de la vida por propia mano y agregaba: “dentro de poco podremos informar con más detalles, sobre la causa de este sensacional asunto que felizmente, sólo dio una oportunidad al seños Haschopulos la magnanimidad de su corazón y su caballerosidad”
(Menes Llaguno J.M. “Tradiciones y leyendas de Pachuca”. 2017)
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