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CRIMEN DEL CALLEJÓN DE LAS RATAS. (Pachuca)

Foto del escritor: Carmen benavidesCarmen benavides

Los expedientes judiciales son una fuente inagotable de historias que contar y de datos donde abrevar sobre la vida cotidiana de las generaciones que en el pretérito habitaron pueblos y ciudades de Hidalgo. Uno de los expedientes, tramitado en el ultimo tercio del siglo XIX, es sedimento de la siguiente historia que, con nombres y lugares cambiados, se cuenta aquí de manera sucinta.

Gelasio(N), capataz de una de las muchas haciendas pulqueras que había por el rumbo de Zempoala, sostenía un tórrido romance con Verónica (N), una joven que entonces laboraba como secretaria del superintendente de la Compañía Mexicana de Minas, que explotaba gran parte de los fundos de Pachuca, Real de Monte, El Chico y Cerezo.

Era pues Gelasio un hombretón de 1.80 centímetros de estatura, de cara redonda, ojos verdes y fino bigote recortado, quien había contraído años atrás, matrimonio con Conchita (N) una mujer de gran personalidad, aunque de diminuta estatura, con quien vivía en la hacienda de la que era capataz, en compañía de los tres hijos procreados en su matrimonio. Pero he aquí que Gelasio, los lunes de cada semana, acudía a Pachuca a efecto de vender a la compañía de minas, carnes y pieles que, como producto secundario la hacienda, circunstancia que aprovechaba para verse con Verónica.

La promesa de separarse de Conchita mantenía a la joven secretaria en la creencia de hacer con Gelacio una vida futura, por lo cual le vio siempre con simpatía, pero también se veía acosada por míster Kenneth, un sajón de edad madura que fungía como Superintendente de la gran empresa minera y quien, aunque casado, vivía en Pachuca enteramente solo, pues su esposa radicaba en Cornwall, Inglaterra.

Como Gelasio, también le había propuesto a la joven mantener relaciones en tanto se separaba de su esposa. Atribulada por la situación, Verónica no atinaba a dar respuesta a sus pretendientes, que día con día la hostigaban con nuevas propuestas.

La mañana del lunes 13 de marzo de 1888, la ciudad de Pachuca se despertó con la terrible noticia de que Verónica Ramírez había sido encontrada muerta en el callejón de Las Ratas, por el rumbo del barrio de la Cruz de los Ciegos, al oriente de la ciudad. Su cuerpo presentaba mas de 50 puñaladas (como lo apuntó el médico legista en el certificado de necropsia). La victima desangrada murió minutos después de la una de la mañana, cuando se dirigía a su casa después de asistir al velorio del padre de una de sus amigas, a unos metros del lugar donde fue victimada.

Fue Pedro Andrade, dueño de la vivienda ubicada en el numero 18 del callejón de Las Ratas, quien halló el cuerpo de Verónica minutos antes de las seis de la mañana, cuando salía para dirigirse a su trabajo. Horror y estupor causó entre los habitantes de Pachuca aquel homicidio cometido con gran saña, y que dio oportunidad a los voceadores de periódicos para cantar la noticia contenida en una edición especial al día siguiente: “¡Extra!; ¡Extra! Entérese del crimen cometido en el callejón de Las Ratas. Mujer que fue cocida a puñaladas, se presume un crimen pasional ¡extra! ¡extra!, ¡lleve la extra!, fue seguramente la arenga que se escucho por toda la ciudad, en la que se vendieron cientos de aquellos ejemplares como pan caliente.

En efecto, el juez pesquisidor (no había entonces ministerio publico) don Juan de la sancha, inicio las averiguaciones en las que los primeros implicados fueron Gelasio, míster Kenneth y hasta Pedro Andrade, cuya situación se complico al huir de Pachuca tan pronto se enteró de que iba a ser encarcelado. Pero he aquí el gran error, al ser aprendidos Gelasio y Kenneth, después de identificarse en el penal, ciegos de celos uno del otro, se enfrascaron en una truculenta riña, que arrojó como consecuencia la muerte de Gelasio a manos de míster Kenneth, quien fue acusado ahora de dos homicidios.

Pero cuando el juez se preparaba para pronunciar la sentencia que iba a condenar al cornwalense, se presentó ante la autoridad Conchita (N), esposa de Gelasio, quien confeso haber sido la homicida de Verónica, a la que calificó de “destruye hogares” por haber embaucado a Gelasio.

Terrible situación, pues Verónica, ausente de lo que causaba al seno del hogar de Gelasio, fue victima de los celos de Conchita, que así creyó defender su hogar; Gelasio sin ser el autor del homicidio, pereció a manos de Kenneth, quien sin ser tampoco el homicida de Verónica, fue condenado a 40 años de prisión por haber dado muerte a su rival de amores.

Dos muertos y dos sentenciados a cárcel fue el resultado de aquellos acontecimientos que los pachuqueños bautizaron con el nombre de “crimen del callejón de Las Ratas.

(Menes Llaguno J.M. “Tradiciones y leyendas de Pachuca” 2017)



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